domingo, 24 de febrero de 2013

La Misericordia de Dios


Tu pecado es como una pequeña gota que se pierde en el mar de mi misericordia.

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Al preguntar a algunas personas  qué entienden como la misericordia de Dios, responden que es el perdón de Dios luego de haberle fallado y su recibimiento con brazos abiertos.
Quizá muchos sabemos teóricamente qué es su misericordia pero ¿la vivimos en realidad?, es decir, ¿reconocemos la misericordia de Dios en cada pequeño detalle de nuestra vida?
Para empezar es importante mencionar que la misericordia de Dios, es un regalo suyo hacia nosotros, sin que lo merezcamos. Es un regalo que nos hace simplemente por el profundo amor que nos tiene y lo hace porque así Él lo desea.

Mientras escribo este artículo pienso cómo reflejar y reducir en un papel algo tan grande y tan infinito como la misericordia de Dios, pues ella se origina en su amor y su fidelidad, características perfectas de Dios que tampoco tienen fin.

Y es que al hablar de misericordia es imposible olvidar lo que Dios ha hecho conmigo, ¡cómo no reconocer su mano majestuosa levantando mi vida! Al igual que el ladrón a su costado yo estaba condenada a muerte y no porque Dios así lo quería, sino porque yo misma había elegido el pecado, yo misma decidí revolcarme en el fango y cambiar mi bendición por un plato de lentejas;  sin embargo cómo un barco que llega al rescate de un naufragio (el naufragio que antes era mi vida) Jesús me levantó y no solamente me hizo subir a su barca, sino que me abrazó y cada día me abriga y me da de comer manjares.

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La misericordia de Dios nos alcanza sin fin, al punto que el Padre olvida por completo nuestro pecado, cómo lo muestra Jesús que estando en la cruz le pide misericordia al Padre por nuestros actos (Lc 23,34). Para el Misericordioso Padre nuestro pasado queda sin peso  y recibimos una nueva oportunidad tal y como lo hizo con María Magdalena (Jn 8, 10-11). El Señor no nos juzga solamente nos ama, sin embargo para entrar en esa comunión con Él es requisito indispensable que nosotros le abramos el corazón y con sincero arrepentimiento nos propongamos a seguirlo a Él  y cumplir su voluntad.

Pero el rescate  es solamente el inicio, ¡su misericordia va más allá!,  se refleja todos los días con nuestra vida, nuestro respirar, nuestros sentidos, pues  a pesar de que somos simple polvo y no lo merecemos, nos provee de todo cuánto necesitamos (Mt 6, 26). Su misericordia es tangible, al entregarse a nosotros en la eucaristía para que todo el que coma su carene y beba su sangre tenga vida eterna. (Mc 14,24)

La misericordia del Dios al que servimos es tan grande que al mirarla, en muchas ocasiones no  podemos más que romper a llorar y adorar la bondad inmerecida de nuestro Papito, cuando esto sucede nuestro corazón y nuestra vida se doblegan ante él, nos hace amarlo y cómo consecuencia aumenta nuestro temor de Dios, ese temor que nos hace cuidar el corazón de Yahvé y buscar no entristecerlo, pues no queremos ser ingratos.


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La Devoción a la Divina Misericordia
Una devoción especial hacia la misericordia inició en 1930 a partir del diario de una joven monja polaca llamada Faustina Kowalska. El mensaje no es nada diferente pero llama a las personas a un entendimiento más profundo sobre el Amor ilimitado de Dios y la disponibilidad de éste a todos, sin importar cuán grandes sean nuestras faltas.

Santa Faustina Kowalska  pudo conocer  de cerca la misericordia de Dios y le fueron dadas algunas promesas de Jesús para los devotos de la Divina Misericordia:
"Hija Mía, escribe que cuanto más grande es la miseria de un alma tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia e invita a todas las almas a confiar en el inconcebible abismo de Mi misericordia, porque deseo salvarlas a todas. En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas, no he excluido a ninguna".

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"Que los más grandes pecadores pongan su confianza en Mi misericordia. Ellos más que nadie tienen derecho a confiar en el abismo de Mi misericordia. Hija Mía, escribe sobre Mi misericordia para las almas afligidas. Me deleitan las almas que recurren a Mi misericordia. A estas almas les concedo gracias por encima de lo que piden. No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica Mi compasión, sino que lo justifico en Mi insondable e impenetrable misericordia. Escribe: Antes de venir como juez justo abro de par en par la puerta de Mi misericordia. Quien no quiere pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de Mi justicia..."

“El alma que confíe en mi Misericordia no perecerá, ya que todos sus asuntos son míos”.
"La herida de Mi Corazón es la Fuente de la Misericordia sin límites, de esta fuente brotan todas las gracias para las almas".

¿Cómo acercarnos a la Divina Misericordia?

A Santa Faustina  Dios le habla estrictamente en el sentido de que nosotros también debemos mostrarnos misericordiosos con nuestro prójimo para alcanzar la plenitud de la misericordia y ella escribe en su diario:
“Exijo de ti obras de Misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte”. (Diario 742).
Por ello podemos acercarnos a la misericordia de tres formas:
·         Pidiendo la Misericordia de nuestro Señor,
·         Confiando en su Misericordia,   Viviendo como personas misericordiosas.

Para acogernos a la misericordia de Dios además contamos con herramientas como el rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia y por su puesto el cumplimiento de las 14 obras de misericordia:
Corporales.- Visitar y cuidar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, redimir al cautivo, enterrar a los muertos.
Espirituales.-  Enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, perdonar la injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos de los demás, rogar a Dios por vivos y difuntos.

La misericordia de Dios nos alcanza y Él se desespera por salvarnos, aceptemos su misericordia, busquemos imitarlo y vivamos felices con Él.

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